Todo Para Microscopios

LUTZ Y SCHULZ

LUTZ Y SCHULZ
1902 – 1915

En un número infrecuente, pero no despreciable de aparatos que pueden encontrarse en nuestro país, podemos leer en el cuerpo del tubo (portatubo), el siguiente grabado: Lutz y Schulz. Antigua casa Oliva y Schnabl. Buenos Aires (ver imagen abajo derecha).

Esta marca y modelo de microscopio, fue comprado en las dos primeras décadas del siglo XX por diferentes instituciones de nuestro país y, en forma particular, por variados profesionales.

En Argentina, estos microscopios los comercializaba la firma “Lutz y Schulz”, que fuera la representante y distribuidora de las factorías “E. Leitz” y “C. Reichert Wien”.

Esta marca y modelo de microscopio, fue comprado en las dos primeras décadas del siglo XX por diferentes instituciones de nuestro país y, en forma particular, por variados profesionales. En Argentina, estos microscopios los comercializaba la firma “Lutz y Schulz”, que fuera la representante y distribuidora de las factorías “E. Leitz” y “C. Reichert Wien”.

CARACTERÍSTICAS

El microscopio está construido en bronce y latón (una aleación de cobre y zinc).

Tiene una altura, con el tubo en la posición de 170 mm (longitud mecánica para esta marca de microscopios) y enfocado, de 33.5 cm de alto, un ancho de 9.8 cm, y una profundidad de 16.5 cm. 

Pesa ~3,48 kg (sin accesorios, ni caja).  

Estativo

Formado por un pie de bronce en “Y” de caras planas (este formato comenzó a utilizarse por distintas marcas alrededor de 1880), que remata en su parte posterior en un chanfle corto. Mide en total 145 mm por 98 mm.; está pintado de negro. Los aparatos comprados por un particular no tienen número; en Institucionales, es posible encontrar un número grabado en la parte posterior, en estilo Monotype Corsiva. 

El pilar corto y cilíndrico, está firmemente unido al pie y, presenta en su extremo superior una cuna donde encastra la rama, a través de su pieza talón. 

La rama cilíndrica, incluye dos partes. La inferior presenta hacia abajo la pieza talón que encastra en la cuna, a quien queda unida por un perno cónico de doble tuerca, que le permite inclinarse hacia atrás hasta un ángulo de 90°; en su parte anterior se inserta el brazo del espejo; en su superficie superior atornilla la platina. La parte superior incluye, formando una sola pieza, la barra de sección triangular, atornillada a la platina.  

El brazo, clásico en su forma, está encastrado en la barra; en el extremo superior de su parte cilíndrica se ubica el tornillo que permite el movimiento fino o micrométrico; sobre la cara posterior de la parte en paralelepípedo y sobre un eje horizontal, se ubica el piñón con doble empuñadura (ruedas o tornillos), el cual gira sobre la cremallera permitiendo el movimiento grueso o macrométrico, sostenido atrás por una placa atornillada; en su cara anterior presenta una canaleta por donde se desliza el cuerpo del tubo, a través de su cremallera. 

Una platina cuadrangular con festón posterior, fija, de 93 mm por 80 mm, con una abertura central de 23 mm, está montada y atornillada entre las dos partes de la rama, pintada de negro; en su cara superior dos pinzas cromadas, encastradas, de dirección antero-posterior, permiten la fijación del portaobjeto; en la inferior, se encuentra atornillado el porta condensador fijo.

El tubo consta de dos piezas, el cuerpo del tubo (portatubo, donde están grabados los datos del ¿fabricante?) y el tubo propiamente dicho; el cuerpo encastra por su cremallera posterior en la canaleta del brazo ya mencionada; en el extremo inferior enrosca el revólver portaobjetivos que permite la ubicación de tres elementos; en el superior se encuentra un anillo atornillado por cuyo interior desliza el tubo, que en su superficie anterior presenta grabada la variable longitud mecánica con la que puede funcionar el aparato y, en el extremo superior el orificio donde encastra el ocular.

El enfoque macrométrico se logra por el conjunto piñón-cremallera, dos importantes tornillos en sus extremos permiten el movimiento; el micrométrico se hace con un tornillo, que empuja el brazo hacia abajo contra un resorte que rodea la barra, al aflojar el tornillo, el resorte empuja hacia arriba el brazo.   

Iluminación 

A partir de luz externa natural o lámpara, consta de un espejo plano/cóncavo montado sobre una horquilla, que permite el movimiento antero-posterior y latero-lateral; el conjunto está atornillado al brazo del espejo, que también permite el movimiento basculante latero-lateral; todo bajo la platina y a su vez atornillado a la cuna. 

Lleva un condensador tipo Abbe con diafragma iris, el cuerpo del mismo se desliza dentro del porta condensador. 

Óptica

Tres objetivos acromáticos fijos designados N° 3, 6a y Hom. Jnm. 2mm (en todos, la nomenclatura propia de la época); el N° 3 tiene una potencia de ~10,3X, el 6a de ~44,0X (en este aparato está reemplazado por un 8 de ~ 69,0X) y el Hom. Jnm. 2mm de ~92,0X (Hom. Jnm significa que debe utilizarse con aceite de inmersión).  

Oculares Huygens grabados 2 y 4; el 2 tiene un aumento propio de 6X y el 4 de 10X; por lo tanto, en combinación con los objetivos, el microscopio puede dar una gama de aumentos que van de ~ 62X a ~ 920X

Caja (gabinete, cofre)

A la derecha, una fotografía de la misma.

Está construida en madera de cedro lustrada, techo y  base presentan un reborde torneado (típico en estos microscopios), el techo lleva una manija niquelada basculante unida a un listón atornillado, que facilita su transporte; la tapa anterior, única móvil a través de sendas bisagras, una cerradura con llave, y en su borde superior el número correspondiente al aparato; la caja contiene: 

– arriba y a la izquierda, el cajón deslizante donde se ubican los oculares.

– arriba y a la derecha, el cajón deslizante donde se ubican las cajas de bronce grabadas con el número, donde se guardan los objetivos.

Historia de este microscopio

Este aparato lo compré alrededor del año 1999 a un estimado amigo, Enrique Follonier Arrieta (a la izquierda), a quien conocí allá por el 1980, cuando le compré mi primer microscopio.

Atendió su negocio dedicado a la venta de equipos para laboratorio, Tecnología Científica, ubicado en Pasteur 775, C.A.B.A, hasta el año 2014. 

No recuerda a quien se lo compró, en consecuencia no sabemos quien fuera su anterior dueño.

Pero… ¿Quién fabricó estos microscopios?

No pude encontrar información escrita fidedigna; Tampoco oral por parte de expertos en el tema. El Señor Héctor Briuolo, dueño del establecimiento del mismo nombre y muy versado en el tema microscopía óptica (ya fallecido) y, Álvaro Calvo, un experto en instrumental científico antiguo con un cuñado de su tío Víctor Calvo, que fue Gerente de Lutz Ferrando & Co., el Señor Ítalo del Papa. Decidí entonces “revolver un poco el avispero”, a ver que encontraba. 

Lo primero que tuve en cuenta, por su estructura, es que el aparato se fabricó muy probablemente entre los años 1890 y 1910. En segundo lugar, cuales fábricas estaban operativas en Europa entre esas fechas; Argentina, prácticamente no importaba equipamiento de USA o Japón. Sí tenía la certeza de quien fue el importador/distribuidor, una empresa cuya razón social era “Lutz y Schulz”, que desde luego, no fue el fabricante.

Por el estilo-diseño de varios de sus componentes, el primer candidato parecía ser “E. Leitz”. En el catálogo N° 44ª. páginas 54 y 58, publicado en 1910, encontramos dos modelos de estativos, muy similares al aparato que nos ocupa. Veamos (página siguiente):

A la izquierda el Stativ IIa. 

A la derecha el Stativ III.

Ambos presentan diferencias con el “Lutz y Schulz”, a saber:

El estativo IIa difiere en:

– el portacondensador es móvil, se puede subir y bajar.

– la platina es perfectamente cuadrada y lleva una cubierta de ebonita.

– el revólver portaobjetivos es circular.

El estativo III difiere en:

– el pie es de bordes romos.

– el pilar es fijo.

– en vez de condensador, presenta un disco giratorio de diafragmas fijos.

– que el revólver portaobjetivos sea un trébol de 2 hojas, no es relevante.

Bien, si tenemos en cuenta que en ocasiones un fabricante armaba aparatos a partir de las piezas sobrantes de modelos distintos, es evidente que podemos “armar” un perfecto “Lutz y Schulz”.

Asunto resuelto.

Pero, hace ya tiempo escuché a un Profesor de Biología Celular decir lo siguiente: “cuando en biología algo aparece como muy sencillo, seguramente no es cierto”. Pensé que quizá no sea así para este caso, fabricar microscopios y mezclar piezas sueltas. 

Me quedé con la frase del Profesor dándome vueltas, y decidí “escarbar” un poco más. 

Fue una buena decisión, la fortuna acompañó y, encontré la siguiente fotografía en la colección que indica el epígrafe de la misma. Parafraseando a Árquímedes: ¡eureka!, 

Aparece descrito como: 

Ernst Leitz, Wetzlar, Germany; compound monocular; C. 1896. (AFIP 49144 – 60 – 4713 -123). 

Luego de detallar sus características, al final, agrega (traducido del inglés):

Está firmado, E. Leitz, Wetzlar, N° 28846.

Este modelo, Stand II, fue presentado alrededor de 1890 y, fabricado con un estativo de 1894 mejorado; todavía estaba a la venta en 1909.

Conclusión:

1. “E. Leitz” fabricó el microscopio problema: el “Lutz y Schulz”.

2. Seguramente, la empresa “Lutz y Schulz” dedicada a la óptica, decidió incorporar a su negocio la venta de microscopios y, arregló con la “E. Leitz” que le vendiera determinado modelo, pero con su marca (o sin la de “E. Leitz” y  numeración, ellos grabaron su marca con o sin ponerles número).

3. Los años coinciden, la razón social “Lutz y Schulz” va de 1902 a 1915.

4. Años después, la empresa, con otro nombre, sería la representante de “E. Leitz”   en Argentina.

* un detalle, el microscopio que se encuentra en The Billings Microscope Collection, tiene la platina perfectamente cuadrada (sin festones), como el Stativ IIa del catálogo N° 44ª de “E. Leitz”.  

Historia de “Lutz Ferrando & Cía.” 

La Historia de la empresa que inicialmente figura como Observatorio, tiene sus orígenes antes de la federalización de Buenos Aires, con más de un siglo en el campo de la óptica y otros productos.

En Montevideo, en 1877, en una modesta casita de la calle 25 de Mayo, se funda el primer establecimiento de Óptica, Fotografía y Cirugía, bajo la firma “Oliva y Schnabl”; dos inmigrantes, el primero italiano y el segundo austrohúngaro.

Al año siguiente, en Buenos Aires, ambos, Pietro Oliva hijo de un renombrado fabricante de armazones para anteojos, y Leopoldo Schnabl el primer técnico optometrista conocido en Sudamérica, iniciaron su empresa al inaugurar el “Instituto Óptico Oculístico”; la razón social: “Antigua Casa Oliva y Schnabl”. Se establece en la calle Florida 101, Ciudad de Buenos Aires (las fotografías muestran la esquina y la fachada del local -¿porqué el número 99?-). Sus principales rubros fueron: Óptica, Matemáticas, Física, Medicina y Electricidad.

El Señor Leopoldo Schnabl, tenía inquietudes más allá del área comercial (en el que como veremos después, le fue extraordinariamente bien), veamos su otra veta, una de sus publicaciones:

Anuario bibliográfico de la República Argentina [Publicaciones periódicas]. Año II, 1880.

Ciencias Médicas.

184 – Clínica Oftalmológica.

Higiene popular. La vista, sus defectos y remedios.

Consejos familiares para la conservación de los ojos, por L. Schnabl, Profesor en óptica-oculística, Caballero de la Real Orden “La Corona de Italia”, Miembro Honorario y corresponsal efectivo de varias sociedades científicas, Ex-Discípulo del profesor Mauthner de la Universidad de Viena y aprobado por el Dr. Galezowsky de París, Co-propietario y Director del Instituto Óptico-Oculístico de Oliva y Schnabl en Buenos Aires. Con privilegio de invención de los gobiernos de Francia, Italia y República Argentina. Con una lámina y treinta figuras. Buenos Aires. Imprenta de Obras de La Nación, calle de San Martín número 208. 1880. En 8.º, XI-127 ps.

El Profesor L. Schnabl dedica su trabajo: “A los distinguidos médicos oculistas argentinos Señores Dr. D. Cleto Aguirre, Dr. D. Pedro F. Roberts y Dr. D. Antonio F. Crespo”.

Este libro es un manual bien escrito, de popularización y propaganda. Su autor empieza por las ideas generales y necesarias sobre la luz, hace una breve descripción del ojo, sienta la teoría de la visión considerándola como instrumento óptico, dedica un par de capítulos a la refracción y acomodación y a sus defectos, para llegar a las enfermedades de la vista, que forman el objeto principal de su obra.

“Si nos detenemos a examinar el vasto campo de la oftalmología, es decir de la ciencia que trata las anomalías, enfermedades y defectos del ojo, y consideramos su progresivo desarrollo desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, debemos convenir en que es gigantesco el paso que ha dado esta ciencia en los últimos tiempos, sobre todo en la parte que trata de las anomalías y defectos ópticos propiamente dichos y del modo de corregir éstos y poner remedio a aquéllos”.

El autor está al cabo de los últimos adelantos científicos; y al estudiar la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo, la anisometropía, el estrabismo, y especialmente la fabricación y uso de los lentes, el teórico ilustrado desciende a los más mínimos detalles de aplicación y al par que da interés práctico a su libro, lo hace inofensivo y hasta útil, para las personas que lo lean desprovistas de los conocimientos que son indispensables cuando se quiere abordar un estudio serio de fisiología aplicada. 

“Este libro no ha sido escrito para los sabios, dice el Señor Schnabl en el prólogo, dejamos esa noble tarea a una pluma más autorizada que la nuestra. Nos limitamos a exponer el resultado de observaciones y descubrimientos importantes, sin discutir las fórmulas y las teorías que nos llevarían muy lejos, e indicamos las obras inmortales de Helmholtz, Donders, Gavarret, Javal, etc., a los que quieran estudiar más profundamente esta materia”.

A nadie escapará la utilidad de un trabajo, que tiene por principal objeto la popularización de conocimientos para la higiene y conservación de uno de los órganos más importantes y sensibles. El Señor Schnabl ha llenado concienzudamente su tarea, cumpliendo con altura el objeto que se propusiera al publicar su libro sobre “La Vista”.

En 1879, Pablo Ferrando se une a la firma en Buenos Aires como optometrista, regresa a Montevideo pocos años después. 

En 1884, se incorpora Adolfo Lutz.

Para la época, el entonces Gerente de la Empresa en Montevideo, Pablo Ferrando, demuestra un enorme optimismo y una inquebrantable fe en la futura evolución del país (Uruguay) y, adquiere el primigenio comercio referido y se constituye en su único propietario. Alrededor de 1940, traslada la empresa a la calle Sarandí y, amplía sus instalaciones. El negocio, “Pablo Ferrando S.A.”, continúa hasta finales de la década del 60, en que cierra definitivamente.

En el año 1886, Esteban David Ferrando ingresa como empleado de oficina en la empresa de Buenos Aires.

En 1888, muere Pietro Oliva, quien es reemplazado por Rodolfo Schulz.

En 1890 muere Leopoldo Schnabl, toma el lugar su único hijo, Riccardo Schnabl Rossi.

Para 1895, la compañía extiende sus actividades en la ciudad de Buenos Aires, incursionando en el campo de la cirugía. Comienza con la fabricación de aparatos y equipos, en estrecha cooperación con los profesionales médicos. Esta acción se toma, teniendo en cuenta las dificultades para importar desde el mercado europeo debido a la incertidumbre sobre una posible gran guerra, la que luego ocurrirá, la primera guerra mundial.

En el año 1900 la empresa modifica su nombre, llamándose por un tiempo “Schnabl y Lutz”, son sus dueños los señores Riccardo Schnabl Rossi y Adolfo Lutz. El mismo año, el primero de los nombrados se retira a la edad de 28 años. 

¿Porqué se retira Riccardo?, historia que vale la pena contar.

Nota

Riccardo Schnabl Rossi (ver Anexo I, página 15)

Volvamos a la evolución de la empresa.

En 1903, instalan en la calle Andes 748, una fábrica de muebles antisépticos para uso en hospitales, sanatorios etc., también instalaciones completas para salas de esterilización. 

En 1904, obtiene varios premios, con medalla de oro incluida, en el Concurso de Higiene.

Entre 1900 y 1915 comienza su expansión, se abren sucursales en Mar del Plata, Córdoba, Tucumán y Rosario.

La empresa crece, y en 1905 compran un gran predio de 10 mil varas2 (6.972,23 m2), ubicadas entre las calles Fraga, Guevara, Maure y Ushuaia, (actual Jorge Newbery), en las cercanías del cementerio del Oeste (Chacarita), Ciudad de Buenos Aires. Allí construyen un importante taller, donde hay calderas, fundición de bronce, niquelados, carpintería etc. La firma, además, entrega 24 viviendas de gran confort, a los obreros, linderas al establecimiento (una copia del proceder de E. Leitz con sus operarios).

En el año 1915, la sociedad toma el nombre “Lutz Ferrando & Co”, bajo la dirección de Guillermo Lutz y Esteban Ferrando. Esta etapa, la más larga, tiene un vertiginoso desarrollo con la incorporación de entre otras, las secciones técnicas de Medicina, Química, Microscopía, etc. G. Lutz y E. Ferrando le dan a la compañía una estructura de gran envergadura, que en la década del cincuenta, está reflejada en una gran actividad industrial con dos fábricas, una en Buenos Aires y otra en Córdoba, con un plantel de más de 2.000 empleados. 

Para 1920, la empresa decide extender sus actividades al exterior. Para ello, establece una compañía similar en Brasil, con sucursales en Río de Janeiro y San Pablo. Para satisfacer las ventas en el exterior, se construye una fábrica para la elaboración de materiales de esterilización y muebles asépticos para hospitales, sanatorios y consultorios médicos. 

En 1926, Eduardo Lutz (hijo de Adolfo), y Andrés Ferrando (hijo de Esteban David), se unen a la compañía como socios, representando la segunda generación de las respectivas familias.

Para 1930, la firma “Lutz  Ferrando & Co”, constituida en 1915, se transforma en sociedad anónima, cuyo directorio es presidido por Esteban David Ferrando hasta 1955. Recién en esa época, se abren sucursales en los barrios de Belgrano y Flores de la Capital Federal y, en distintos puntos de la Provincia de Buenos Aires.

Con aquellos hombres que cimentaron las bases empresarias, sigue el ritmo de desarrollo, siendo siempre de especial preocupación para sus directivos, el incorporar adelantos técnicos de vanguardia para ofrecer un servicio profesional de primer orden. La empresa sigue adelante hasta finales de la década del 90, en la que llega a su fin en la forma que la conocimos.

Anexo I

Riccardo Schnabl Rossi

Huérfano de ambos padres a los 18 años, y único heredero de su ingente patrimonio, 10 años más tarde Riccardo Schnabl Rossi vuelve a Perugia, de la que siempre se considera orgullosamente ciudadano, tanto que añade sistemáticamente a su apellido paterno, el de su madre.

Profundo conocedor del entorno teatral europeo, tiene relaciones de amistad con músicos, directores de orquesta, directores de teatros y con todos los exponentes más importantes del mundo cultural y artístico en el inicio de los novecientos de Europa. En su villa de Monte del Lago, hospeda a muchas personalidades del momento, entre otros a Puccini, Mascagni, Giordano y Emile Henriot, éste último, crítico literario de “Le Monde” y Académico de Francia. Los 25 años de amistad con el compositor, también son para Schnabl años de muchos lutos, primero con la muerte de su compañera en 1906 y, luego de su nueva joven mujer a solo ocho meses de la boda, en 1917.

“El lago es único”, así escribe el 24 de junio de 1911 el compositor Giacomo Puccini a su gran amigo Riccardo Schnabl Rossi, ecléctico personaje de la “Belle Epoque” que vive entre Italia, Argentina, Austria, Francia e Inglaterra. El lago es el Trasimeno, sobre cuya orilla R. Schnabl tiene una estupenda villa y dónde más veces se hospeda el músico toscano por batidas de caza; parece que también, por aventuras amorosas. Es Simonetta Puccini, nieta del músico, quien descubre y hace conocer en un libro, las cartas que el abuelo le escribe al amigo. “Mi abuelo”, dice Simonetta Puccini visitando por primera vez la villa días pasados, “encontró muchas analogías entre el paisaje de ensueño del Trasimeno y aquellos de su querida Torre del Lago” de su abuelo. También ella ha estado varias veces en Umbría y define el Trasimeno como “un lugar maravilloso”, pero es toda la Umbría que la fascina por sus “bonitos e idílicos paisajes, en su conjunto bien cuidados.”

Villa Schnabl, que en el inicio de la carta G. Puccini define como “magnífica”, se encuentra aguas arriba del Lago, un burgo medioeval crecido alrededor de una antigua torre de paredes fortificadas, que descuella todavía entre los olivares, al reparo de las que fueron casas de pescadores. Es uno de los burgos más característicos y mejor conservados de Umbría, que domina el lago Trasimeno con sus verdes islas y, las colinas azules que lo circundan. La villa, originariamente caseta para la caza, en 1898 es adquirida por R. Schnabl. Él la hace reestructurar, mezclando en la arquitectura y en las preciosas decoraciones, el estilo Liberty de Gran Bretaña, el Art Nouveau de Francia y el Sezessionistil de Austria. Desde la “habitación de la música” o “de la caza”, con mayólicas, pinturas murales y muebles que parecen hoy insólitos y un poco extravagantes, también G. Puccini se asomó para admirar el ocaso, el momento más mágico del día, cuando el sol pinta de rosa el lago para luego esconderse tras el Monte Amiata y las colinas de Toscana.

Años después de la muerte del compositor, ocurrida en 1924, R. Schnabl vende la villa a una familia de empresarios romanos del sector de la madera por un millón de liras, que se hizo pagar en esterlinas de oro. Hoy está despoblada y sus descendientes, actuales propietarios, quieren realizar un centro cultural para hacernos revivir la atmósfera de aquella “profunda amistad humana y artística” entre dos personajes como el gran compositor toscano y el inquieto amigo, violinista diletante pero gran experto de la música, tanto que Puccini lo definió como una “agencia ambulante de informaciones lírico-internacionales.”

Muerto G. Puccini y vendida la villa sobre el lago, que siempre amó y quiso inútilmente recobrar, el inquieto R. Schnabl traslada su residencia a París en el barrio latino empezando su vagabundeo por el mundo, hasta su muerte ocurrida en 1955 en un elegante hotel de Roma. Vuelve a menudo a Perugia, ciudad de la que estuvo orgulloso en haber nacido y a la que siempre se siente ligado, tanto, que dona importantes obras de arte al Ayuntamiento, mil preciosos volúmenes a la Universidad para Extranjeros y veintiocho raras partituras musicales al Conservatorio local.

Muere solo y abandonado por todos, y sobre el monumento de su tumba en el cementerio de Perugia es incluso, escrita una fecha de nacimiento equivocada. Pero sobre todo, es omitido aquel apellido, Rossi, que él, por el mundo, exhibió con orgullo para reivindicar ser un italiano nacido en Perugia.

Comentario del autor: 

Bueno, si eso no fue hacer la América … hacer la América ¿qué es?

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